sábado, noviembre 12, 2005

N-86...sin derecho a la última esperanza

Para nosotros no queda nada. Ya ni siquiera la conspiración nos libra. La rueda del reloj sigue engranando, otros hombres y otras mujeres tendrán que romper las hojas de la ignominia. De vez en cuando un pensamiento antiguo nos rueda por las mejillas, de vez en cuando algún amigo nos visita y nos apunta en sus recuerdos; hasta los tangos se ven más frescos que nuestra alma. La vejez no es otra cosa que el anclaje de los sueños, la penúltima estación del viaje de nuestro tiempo. Para nosotros no queda nada, sin embargo para ellos siempre quedará mucho menos. No es un respiro lo que nos falta, no es un coraje ni un korazón, es sólo un boleto de regreso al desequilibrio de la ilusión, un rayo certero al vértice de nuestros sueños, una caída vertiginosa a la magia de soñar.