martes, abril 30, 2013

(KECH-J933) Esquina



La esquina de mi bario es simple como mi vida. Nos encontramos en una sonrisa incierta, a veces verdadera a veces no tanto; la mayor parte de los días ni siquiera nos importa. Somos como una flor, algún día simiente, otra capullo, otra resplandor y otra ocaso y al final polvo, de estrellas quizás, pero polvo al fin. Doña Luisa sabe tanto de mí como yo de ella, nada.

lunes, abril 15, 2013

(KECH-J919) Diario de un Cerdo (Capítulo XXVI: Tambores de guerra)



He descubierto, o más bien me he convencido, que la verdadera forma de vivir es la que cada cual configura; coincidamos con que el mundo que observamos no es el único, por lo tanto es irreal; ejemplos de esta sentencia los hay por millones, uno simple ocurre ahora, lo que yo imagino mientras escribo y hablo,versus, lo que tu percibes mientras me lees o escuchas; tan lejos y tan cerca, espíritus de  un mismo tiempo unidos por un abismo sensorial. Antes de ayer, la vida de los hombres y mujeres parecía muy larga, aunque en una escala temporal, vivían en promedio menos de la mitad de los años que podemos hoy vivir; la dimensión de los grandes ciclos, la rutina cotidiana del claro oscuro o el lapso de la siembra a la cosecha de la simiente humana, eran los mismos; lo diferente era el cúmulo de estímulos que nuestros sentidos recibían y por ende las respuestas o interacciones de nuestro ser  con el entorno y con los otras y las otras; hablábamos pausado, respirábamos y moríamos lento, por lo tanto, parecía que nuestras vidas eran más largas a pesar de que éramos igual de bárbaros y criminales que hoy. Quién diga lo contrario esta viviendo en otro mundo, cosa muy valida, cierta y posible, tal cual he señalado en el comienzo, no obstante, para mi es una posibilidad invalida por lo tanto inaceptable,  veo odio y sangre hacía donde mire; sin embargo, logro vislumbrar que tras la viscosa espuma de la muerte, el cielo es azul y el campo verde y que a lo lejos, tras el rechinar del acero y el estruendo de la pólvora, cantan las aves y los niños ríen. Quizás el vuelo de las aves no se detenga; quizás el flujo de la vida sea eterno; quizás el juego de matar, nacer y morir sea el sentido, y la belleza solo el artilugio, quizás. Afuera el telégrafo no deja de cliquear; yo sonrío, paso el lápiz por mis labios, pienso en tí, en todxs lxs que no acaban de morir y en quienes aún esperan por nacer..