miércoles, abril 12, 2006

J-CCXXXVII....carromato azul de sueño furtivo reconstruye la imagen de Ona: el Cazador sigue tras sus pasos

Un carromato de color azul venía desde Playa Ancha, era tirado por cuatro briosos caballos negros, todos adornados de charreteras y correas con botones dorados y campanelas en las patas; el jinete vestía de rojo, hombre gordo de barca blanca, parecido a Noel sin serlo, un largo látigo le servía para conducir el carruaje y espantar los perros; a su alrededor tres mujeres vestidas como gitanas, con el torso desnudo, bailan y tocan sus panderos al ritmo del trote y del cabriolar de cuatro jóvenes contorsionistas y otros dos malabaristas, detrás del carro, sobre dos caballos blancos, otros dos hombres vestidos como guardias de algún rey imaginario, apuntan sus lanzas hacía el cielo y sus ojos hacía el interior del carromato, que es una celda de barrotes dorados sobre una base y una techumbre azul; en el interior del resplandeciente calabozo , una mujer acurrucada mece sus largos cabellos con peineta de espinazo de pez, mientras se engalana mira triste a la gente que la ve pasar, a veces canta otra veces llora, ella es Ona para mi siempre es reconocible, ahora es la prisionera, la esclava del tiempo, la Hija del Cazador; yo apunto unas notas en la bitácora, me percato del olvido y le lanzo desde lo alto de mi pajarera la llave que abrirá su celda, Ona me mira agradecida, da un grito desgarrador, entre el espanto y la lluvia eterna, la llave se hace de fuego, todo se calla, todo se hace noche, las grandes hogueras calientan los huesos entre el viento y el mar, los perros ladran; Ona me mira con cara de despedida y hecha a correr hacía la Plaza Echaurren, tras de ella se lanzan los perros, el Cazador nos ha vuelto a engañar. (imagen bajada de http://www.geocities.com/historiaaborigen/onas.html)

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