lunes, octubre 18, 2010

(KECH A1-D8) Carta Nº1: El viaje de los trastornados.

Querida hija, no me puedo morir de dolor porque el mismo no esta permitido para los santos ni para los demonios, menos para los engendros nacidos de la cruza de ambos. Sin embargo, he decidido llorar en rincones, en cuclillas y a escondidas porque es lo único que me queda al saber que has decidido dejarnos para no volver a pesar de lo mucho que nos queremos. En varias maletas forradas en papel de arroz guardaré tus obras, aquellas que no puedes llevar porque la ligereza del vuelo no lo permite; en otra especialmente habilitada, dejaré los lápices, las escuadras, los cuchillos y también las mostacillas. También alimentaré a tus gatos, les haré cariños y les hablaré de ti, les leeré tus cartas y también les mostraré las postales que nos irás enviando; no les diré que no piensas en regresar, no sabrán de ninguna forma que es un viaje sin fin, mas confío que en alguno de sus siete retornos o en los que les queden se toparán contigo y ahí te hablarán de mi y de nosotros, los que nos quedamos abajo, con la ansiedad a piel como el frío filo de un cuchillo en la garganta. A nosotros se nos vino el hielo encima, pero tratamos de abrigarnos de este gélido instante abrazándonos con fuerza, tomamos sopa y miramos el mar con ojos lánguidos, en la esperanza que aparezca el delfín de las noticias o el velero interestelar. Que más mí querida Charly, que más. Un beso y un abrazo, mío y de todos los que aquí te añoramos.

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