Me impulso al vértigo de las locas ganas de explotar en infinitas gotas de nada; cada una un universo y en cada uno, una infinitud de vidas dispersas y al final, tus ojos, tus profundos ojos de gata amarilla escudriñando, huraña y feliz, el mundo de nunca jamás, el mismo que aprisiono ahora en estas tibias manos que nos contienen.
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