Simula que estas recién operado u operada,
que te han sacado las tripas, el páncreas, las orejas y un pedazo de corazón; luego camina por la
vida como si eso fuera cierto; dibuja en las paredes, perros y gatos ayudan a desvanecer
la melancolía. Adhiérete a la mano de alguien a quien no conozcas, asáltale de
improviso, hazle ver que va en serio, que si no te lleva contigo tu te vas con él
o con ella, pues no importa su sexo, lo importante es que respire y claro, que
reaccione, que te rechace, que te haga ver con energía que has perdido la
cordura, si te lleva o deja que le lleves, huye, rápido y raudo, las personas
sumisas no son confiables; en medio de la huída deshazte de tus zapatos, aprovecha el impulso y bota también
aquello que no te sirva o que no quieras tener, es el tiempo de abandonarlo
todo. No temas por lo que venga, pues no existe; tampoco sufras por lo que ya has hecho, ya no importa, aunque te encarcelen, te
quemen o te despellejen, no importa, el pasado tampoco existe, eso si, no
omitas tu memoria, hasta donde te alcance, es la más preciada de tus guías, la
llave maestra de tu destino, no hay mejor enseñanza que la propia, veras que es
cierto aquello que dictó Heráclito: “En los mismos ríos entramos y no entramos,
somos y no somos“; si no cuidas el libro
de tu memoria serás presa del olvido, el lugar de los no lugares, la cuna de la inconsciencia, la música que acompaña el paso cansino de los borregos. Así
entonces, de repetir y repetir, un día cualquiera te darás cuenta que no estas
ni cerca ni lejos, que nunca te fuiste, que nunca volviste, que has estado
siempre, que eres uno de los infinitos centros de este inmenso paisaje
universal, entonces, ¿ Para que reír?¿Por qué llorar?
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