lunes, junio 24, 2019

(kech-3180) Sopaipillas


Los días más largos vinieron con el frío y la lluvia tardía. Habían pasado varias semanas desde que ella se había ido; la casa era más grande y más amplios los silencios. Era así el abandono, la antigua piel alguna vez se erizó ante el vacío de la noche, la fría celda no es el verdadero castigo, el real es el hastío; mientras más libre más solo, mientras más solo más triste.
El zapallo ya no sabe igual, ni la harina, tampoco el aceite y menos la chancaca, algo hizo que todo cambiara. Un anunciado eclipse de sol podría ser el mejor momento, cuando el día se haga noche ocurriría el arrebato ¿y si se hace cierto?, tendremos que asumir que las sopaipillas, secas y también pasadas, tendrán que servirse en una mesa engalanada, aunque todo sepa diferente, en el centro del corazón nada ha cambiado, salvo el gris, el cáliz y la sangre.
El gris y el hastío combinan armoniosamente, es casi el no color, el infinito espacio de la oscuridad salvado por unas fotónicas tormentas blancas, frías como la nieve que nos sepultó en Antuco, en la triste marcha de la noche sin fin. La sangre es la de Cristo y los millones de personas inocentes asesinadas por mandatos de odio fundados en falacias, fantasías de mentes corruptas, ángeles de la muerte disfrazados de banderas, razones y bendiciones. El cáliz es el olvido, el sumo del tiempo atrapado en el vacío.
Son los días más largos, espero que el bosque me proteja y me aguante, hasta la otra orilla de este invierno.

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