Me voy a morir en este pueblo. Aburrida.
Como ayer, como antes de ayer, como hoy, como mañana. El sudor se mezcla impúdicamente
con el sopor. Una mosca revolotea sobre la leche, la miró, me zumba, se va. ¿Quién
recogerá estas palabras? ¿Sabrá que lo estoy mirando? ¿Qué se va desenrollando letra
a letra como un papiro eterno que tiene un principio pero no un fin? Cavilaciones
de otoño en pleno verano a las tres de la tarde, no antes ni después. El pito
del tren ya pasó y el que viene no sabe para cuando, debe esperar primero el último
bostezo de la larga siesta de un pueblo entero que no puede más que dormir,
mientras yo, despabilo al alma sin más ton ni son que marcar mis pasos, para
que los escuches, para que me sientas más allá de mis años. Cierro el libro. Tengo
muchos gatos hambrientos esperando mi mano (Papá no viene hace mucho. El Viejo
Esperpento esta perdido. Del Cerdo prefiero no hablar)
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