lunes, diciembre 29, 2008

A6-DCXVII: Israel sigue matando a la inocencia

Las tumbas de nuestros niños, hombres y mujeres permanecerán por siempre abiertas, emanando perfumes libertarios que hincharán de justicia a nuestros corazones.


Origen de la imagen: www.rebelion.org (autor: Enrique Lacoste )

jueves, diciembre 04, 2008

a6_N92: remeik silviano para un gato ido

Hay gatos que viven siete vidas y son muy gatos

Hay otros que viven unas pocas menos y son gatos

Pero hay otros que viven solo una, esos son los imprescindibles.


a6_j92: Tosca dio a Calvino lo que Colon olvido para Castilla y para León.

Calvino pretende convencernos de que las ciudades son más numerosas que la suma de los hombres y las mujeres que las habitan; él tiene razón; de hecho de la puerta de mi casa a la vuelta de la esquina puedo descubrir, dependiendo de si el día se encuentra o no nublado, entre tres y siete. Ayer mismo, me fijé en una de ellas. Se llamaba Clarifonía; es de color plata y eternamente llana, su extensión se confunde con la línea del horizonte; si miras al poniente, al norte, al oriente o al sur, siempre todo es o parece plano. Cinco gigantescos obeliscos formando un círculo al centro de la ciudad logran en algún momento del día quebrar aquella serena y monstruosa monotonía. Clarifonía esta habitaba por 90 seres, que no son hombres ni tampoco mujeres, van cubiertos por largas túnicas de color rojo, coronando sus cabezas con una toga del mismo color de la ciudad; el grupo, sale desde el centro de la ciudad con los primeros rayos del sol y vuelve al mismo cerca de medianoche, cuando siete estrellas titilantes se alinean sobre los mismos vértices y cruces de líneas del pentágono. En esta ciudad nunca esta nublado y las estrellas siempre brillan; cada obelisco dispone de un mecanismo de sincronía que activa todos los instrumentos de una orquesta filarmónica; distintas combinaciones de sonidos son esparcidas al éter cada vez que un determinado rayo de luz proveniente desde estas estrellas logra introducirse en el oscuro vacío de estas misteriosas construcciones; al mismo tiempo en que la música estalla, se inicia un frenético baile; cada uno de los habitantes despojado de sus túnicas y togas busca desesperada y lastimosamente fundir su cuerpo con el de otro u otros; gritan, aúllan, se arañan y la música no cesa de sonar; en la medida que la obra avanza y la noche se escapa, extrañas y viscosas formas de carne amalgamada se arrastran sin rumbo por el liso y frío mármol que cubre el piso de este extraño lugar; mezcla de templo, morgue, cárcel y cementerio, el centro de Clarifonía es un lugar en que ningún humano nunca querrá estar. A la mañana siguiente o mejor dicho, todas las mañanas siguientes, 90 seres distribuidos en grupos de 18 salen en cinco direcciones con el único objetivo de volver al ciclo de la música y la carne. Clarifonía debe ser inscrita en el registro de Calvino; de seguro que el querrá venir a verla e instalarse a bailar al centro del pentágono pendular.