Juntos X siempre¡¡
martes, diciembre 31, 2013
(kech-j1179) el nueve
Un año prolifero no pare más de nueve veces; así lo entiendó mi ángel y me acompañó hasta la puerta.
Juntos X siempre¡¡
Juntos X siempre¡¡
lunes, diciembre 16, 2013
(KECH-J1163) El último solsticio
Yo que volé por los mares de tus ojos he encallado mis alas
en las raíces de tu tumba; ya no hay canto somnoliento ni manos meciendo tu
ensortijado pelo, ya no hay nada, solo un recuerdo, una vaga luz que no alumbra,
un extraño olor que se distancia; con el paso de las lunas, crece cierto el
infortunio, pudiendo más la pena que el olvido, niego la miel y el dulce abrigo;
niego al tiempo y su destino.
domingo, octubre 20, 2013
(KECH-J1107) Diario de un Cerdo (Capitulo XXVII: Vértigo)
No te darás cuenta. Para ti será una
hoja más, ni te fijaras en la fecha, ni
siquiera te interesará saber porque ha pasado tanto tiempo, porque tantas
noches y tantos días sin atreverme a mirar el blanco infinito de estas hojas,
tuve miedo y aún lo tengo; no lo notas porque estoy atestiguando, te estoy
contando de una manera u otra que el tiempo no es el nuestro, tampoco el tuyo,
hoy menos el mío. No somos ni la sombra del destino, ecos, ecos, solo eso. Puedo
parecer críptica, es así, no lo parezco lo soy, estoy lejana ausente ida, no es
locura, no es presente ni pasado, es un lugar distinto a los que conoces a los
que conocí incluso a los que conozco; conocer es una acción inexistente, en
nosotros esta todo, no debemos ir al lugar para estar en él, somos el lugar
mismo, todos los lugares. Eso es, no es otra cosa. Miedo a desaparecer a no
estar, ser un grito de silencio; angustia, a veces la siento, pero las más es
vértigo, de alturas y profundidades; como explicártelo amado Cerdo, como ser
todo lo clara que pueda llegar a ser, para decirte que te amo, con esa sutileza
de la que no nos podemos escapar. Si le temiste a la imagen del cuchillo
oxidado, al que rompe la carne y la envenena, te habrás dado cuenta que ya es
tarde que nada pudiste hacer porque no tenías como saber o quizás no quisiste,
o no fuiste capaz, de seguir mirando, de seguir atento, el vigía no elige serlo
simplemente lo es; la naturaleza es caprichosa pero no equivoca. Sientes la
tibieza de las manos al leer, la sientes, es la que yo siento cuando me
comunico contigo y es la que siente el que nos lea. Mañana volveré al Zunrize,
se que el viejo Esperpento ha vuelto a morir, lo seguirá haciendo, mil y mil
veces más, pero las esquinas de su bar estarán siempre dispuestas para nuestras
mesas y nuestras músicas. Gracias por tus regalos maldito Cerdo, son tus
bendiciones las que me alimentan. No hay locura suficiente que permita escapar
a la razón. No temas, como dicen todos
los mapas, yo siempre estaré a tu lado.
lunes, octubre 07, 2013
podrás creer que el tiempo no existe si mis ojos no brillan
en los tuyos
podrás realmente creer
podrás ver
dos caballos y un árbol colgando del cielo?
quien sabe como romper el reloj y
escapar de las arenas del tiempo
sin culpa, sin gloria
puede el héroe
hacerlo?
pueden tus brazos alcanzarme
puede mi locura limpiar la huella de
mis pasos?
veo dos caballos y un árbol colgando en el cielo
cuelgan de mis
brazos los tuyos en el balanceo de la trama
en el cielo de tus ojos, me pierdo
me envuelvo
muero
sábado, julio 06, 2013
jueves, mayo 16, 2013
(KECH-J949) Los singulares sueños de una marioneta empedernida (s1)
(s1) Lobo: La puerta de la cocina estaba abierta, desde fuera sentía un profundo, un exquisito, un sabroso, olor a carne fresca. Me acerqué despacio, metí la cabeza buscando a algún humano, nadie; la cocina estaba vacía y sobre una mesa, un inmenso trozo de carne, fresca y sanguinolenta; entré, los goznes de la puerta no sonaron; me arrastré, si alguien me sorprendía le haría creer que dormía; seguí avanzando, lentamente, lentamente, los pocos metros que me separaban de mi trofeo parecían ser toda una vida; recordé mi nacimiento, los duros momentos de la calle, aquellos en que tenía sólo unos días y hambre, hambre, tanta que no podía moverme y esperaba echado que algo sucediera, cualquier cosa, algo que me sacara del limbo de la agonía, algo que me ayudara a un buen morir y que me permitiera no seguir sintiendo la perforación del alma que el hambre produce; recordé el rescate, mi primera comida, la segunda después del exquisito y paradisíaco momento en que me sacié hasta el sueño en las tetas de mi madre; luego vino la casa, esta casa, pero antes, la sonrisa, la caricia de Jacinta, mi ama, bella señora que me dio calor, amor, cobijo. En un momento me sentí un traidor; no era hambre lo que me motivaba, no era la búsqueda de reconocimiento, ni tampoco odio, era carne y sangre, aquello a lo que un lobo jamás renunciaría. De un brinco me agazapé, mis mandíbulas de acero corrían por la llanura, de pronto, desde el cielo y como un rayo, cae el palo de la escoba sobre mi lomo, luego la voz de Jacinta, como un trueno, gritando, suelta la carne mal agradecido, suéltala, suéltala; me retorcí como un caimán, me di vuelta, vi su airado y desfigurado rostro, quise saltar sobre ella en defensa de mi presa, pero de la nada otro escobazo y otro y otro, aúlle de dolor, mi alma de lobo estaba herida, me abalancé sobre ella, atrapé su cuello, su sangre manaba tibia, era mía, mía, mía. Desperté sudando; Jacinta me acariciaba, me susurraba, me llamaba a la calma; me dio una galleta, seguí durmiendo, el lobo volvió a despertar.
martes, abril 30, 2013
(KECH-J933) Esquina
La esquina de mi bario es simple como mi vida. Nos
encontramos en una sonrisa incierta, a veces verdadera a veces no tanto; la
mayor parte de los días ni siquiera nos importa. Somos como una flor, algún día
simiente, otra capullo, otra resplandor y otra ocaso y al final polvo, de
estrellas quizás, pero polvo al fin. Doña Luisa sabe tanto de mí como yo de
ella, nada.
lunes, abril 15, 2013
(KECH-J919) Diario de un Cerdo (Capítulo XXVI: Tambores de guerra)
He descubierto, o más bien me he
convencido, que la verdadera forma de vivir es la que cada cual configura; coincidamos
con que el mundo que observamos no es el único, por lo tanto es irreal; ejemplos
de esta sentencia los hay por millones, uno simple ocurre ahora, lo que yo imagino
mientras escribo y hablo,versus, lo que tu percibes mientras me lees o escuchas;
tan lejos y tan cerca, espíritus de un
mismo tiempo unidos por un abismo sensorial. Antes de ayer, la vida de los
hombres y mujeres parecía muy larga, aunque en una escala temporal, vivían en
promedio menos de la mitad de los años que podemos hoy vivir; la dimensión de
los grandes ciclos, la rutina cotidiana del claro oscuro o el lapso de la
siembra a la cosecha de la simiente humana, eran los mismos; lo diferente era el
cúmulo de estímulos que nuestros sentidos recibían y por ende las respuestas o
interacciones de nuestro ser con el
entorno y con los otras y las otras; hablábamos pausado, respirábamos y moríamos
lento, por lo tanto, parecía que nuestras vidas eran más largas a pesar de que éramos
igual de bárbaros y criminales que hoy. Quién diga lo contrario esta viviendo
en otro mundo, cosa muy valida, cierta y posible, tal cual he señalado en el
comienzo, no obstante, para mi es una posibilidad invalida por lo tanto inaceptable, veo odio y sangre
hacía donde mire; sin embargo, logro vislumbrar que tras la viscosa espuma de la
muerte, el cielo es azul y el campo verde y que a lo lejos, tras el rechinar del
acero y el estruendo de la pólvora, cantan las aves y los niños ríen. Quizás el
vuelo de las aves no se detenga; quizás el flujo de la vida sea eterno; quizás
el juego de matar, nacer y morir sea el sentido, y la belleza solo el
artilugio, quizás. Afuera el telégrafo no deja de cliquear; yo sonrío, paso el lápiz
por mis labios, pienso en tí, en todxs lxs que no acaban de morir y en quienes aún esperan por nacer..
martes, enero 15, 2013
(KECH-J829) Diario de un Cerdo (Capítulo XXV: Soñé que moría)
La mediocridad limita siempre con
el hastío, traspasado el limite sobreviene lo fantástico; así fue lo que
ocurrió el día de hoy. Muy despierta soñé con el día de mi muerte, como si
fuera un juego autista, no había emoción ni juicio; solo observé, primero, contándolas
una a una, la infinidad de estrellas que cubrían el manto de mi última noche,
luego los rostros de mi vida, todos, uno a uno, rasgo a rasgo, mirada a mirada;
luego recordé, los besos y las caricias, esa bendita cercanía que nos da cobijo
y nos ata a los otros y a las otras, que habría sido de mi sin ellos y ellas;
lentamente fui sintiendo mi pasar por la intersección de la infinitud de
espacios que configuran nuestra percepción de lo temporal, cada espacio o cada
instante se hacía más denso y profundo; las palabras al aire que el Viejo
Espertento fulguraba se me hacían polifonía universal, aves y poetas se hacían
carne, verso y canción; mi amado Cerdo esculpía con su historia la mía entera,
su nimiedad era el más complejo de los laberintos, la más profunda y onírica
traducción del sentido de vivir; mamá y mis pequeños hermanos monstruos seguían
incólumes al cruce de todos los trenes, su lucha contra la infamia ya no tenía
sentido, eran de pura luz a pesar de la oscuridad de mi santo padre; y él, dulce
y taciturno, esculpiendo el epilogo de nuestras no vidas, el sentido del
sufrimiento venía registrado en su memoria genética, por más que se esforzará no
conocería nunca el placer de la risa y mucho menos podría desenvolver su piel a
la luz de una caricia. Me desperté de este no sueño con horror y ansia, la
muerte de los vivos es el terror a la vida misma. No quiero que lo sepan. Aquí
queda, para quien otee mis viajes al futuro de mi recuerdo.
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