miércoles, abril 21, 2010

A8-N38: Meditación mariposiana

Me di cuenta que tenía alas el día que mi cuerpo se disolvía, en el mismo momento en que el viento esparcía mis cenizas y me elevaba. Abierto al inmenso cielo al suelo acogedor yo regresaba. Las flores que fueron mi tumba alimentaban mi osadía y el sol que abrigó mi agonía alumbró mi eterna vida, que era para algunos, tan solo un día.

viernes, abril 16, 2010

A8-J33: Diario de un Cerdo ( Capítulo XIX: La verdad es inconclusa)


El diario de vida de mi abuela es más que eso, es un conjunto de cuentos dentro de un cuento. La vida de ella y sus personajes inmediatos, muchas veces parecen desaparecer, para dar paso a creaciones amalgamadas de ellos mismos, estando casi siempre a contratiempo y en contralugar. Desde mis enseñanzas payasisticas, esto significa, aparecer recurrentemente en lugares que no se corresponden y viviendo acontecimientos que ya fueron o que aún no suceden en el contexto de un punto cualquiera que podemos llamar realidad. Este nuevo capítulo es eso, un supuesto regalo de mi bisabuelo dado a ella como presente de onomástico; una rareza o una complexión temporal que empuja a la confusión.

“Este es el día de mi cumpleaños, no diré cuantos, a pesar de mis arrebatos, mi extraño comportamiento y el descuido en el vestir, sigo siendo una dama, para la cual los años son un dorado secreto. Desde temprano me sentía halagada. El primero en llegar fue mi querido Cerdo con una sonrisa de oreja a oreja, una ramillete de petunias y una lata de chocolates blancos que ya he devorado; me beso, lo bese, me acaricio, lo acaricie, pero hasta ahí no más llegamos, hay días en que estos juegos no deben ir más allá a pesar de las ganas y la insistencia de mi amado. A la hora de almuerzo, vino papá, la verdad es que no lo esperaba, de hecho nunca lo espero; estaba sola en la mesa de la cocina mirando las fotos de mi madre y mis pequeñas bestezuelas; la melancolía es inevitable y una lágrima silenciosa corono un místico abrazo con quienes tanto añoro. El timbre de la puerta sonó insistente; mire desde a la calle a la buhardilla, allí estaba un carro negro de dos asientos sin cubierta, en uno de ellos una gorda tetona, achinada y colorinche, como le gustan a papá, era ineludiblemente él; baja entre alegre y amurrada, le abrí, me abrazó, dijo algo que no entendí, me paso dinero y un paquete pequeño. Se despidió. Le dí un beso y un portazo y se fue. Volvía a mi melancolía. Abrí el paquete, más chocolates, los mismos que me trajo Cerdo; creo que soy muy predecible, eso me espanta. Al final de los chocolates una hoja en papel de arroz, perfumada y doblada en cuatro, con un escrito firmado por él; aparte de fantasista, mujeriego, asesino y fanfarrón, mi padre era ahora un escritor; lo deje de lado y me fui a dormir otra de mis infinitas siestas. Por la tarde vino Viejo Esperpento, me lleno de halagos, me preparó chocolate con leche y canela; comimos pasteles de maíz y me leyó el escrito de mi padre. No entendí nada. No me gusto. Pero mientras lo oía, volaba: navegue por el ancho mar, sentí el vértigo del hondo cielo y descubrí que en todos los lugares puedo estar. Aquí lo dejo par el que lo quiera. Para el que venga.

La ruta imaginaria de Valparaíso a Buenos Aires.
Antiguas historias transmitidas de generación en generación en el transcurso de los casi doscientos años de vida independiente de Chile y Argentina, mencionan la existencia de un sendero oculto que se abre a los ojos de quienes pueden iluminarlo.
Se dice que el entrañable amor que San Martín profesaba por Ohiggins fue lo que permitió la apertura de la senda y el raudo avance de las tropas, para luego culminar en el celebre y cariñoso abrazo en los llanos de Maipu. Otras historias mencionan la búsqueda frenética de una princesa india por parte de un joven soldado español enamorado de su piel bronceada y sus profundos ojos negros; después de muchos días recorrer faldeos y picos cordilleranos, las lagrimas del desesperanzado enamorado abrieron una senda dorada entre los montes, la que volvió a cerrarse una vez que un profundo y sereno beso sello el culmine de la ardua búsqueda. De principios del siglo XIX data la historia de un padre desconsolado en busca de un tesoro para sacar a sus hijos de su ineludible tristeza, el cansancio y el loco desvarío de la riqueza inalcanzable llevaron al hombre a un profundo estado de desesperación, angustiado por la frustración del sueño inconcluso se lanzo desde lo alto de las rocas al lecho de un torrentoso río, cerca de la superficie y a segundos de estrellar su cuerpo contra el fondo rocoso, el padre suicida sintió en su pecho la profundidad de una cuchillada, un gran cóndor clavo su filoso pico en el cuerpo del desesperanzado llevando como trofeo una sangrante corazón que fue dejando la huella del tan ansiado sendero; se dice que cada once años, a mediados del otoño, el alarido desesperado de un hombre abre la huella por espacio de horas; más de alguno cuenta que un amigo o un pariente fue tras ella, sin embargo nadie puede corroborar o dar alguna prueba de que la senda exista.
Hoy en los comienzos del siglo XXI y haciendo uso de la tecnología disponible se hace posible partir tras ella, aún así no existe nadie de carne y hueso que pueda dibujar su trazado o señalar a ciencia cierta su existencia; sólo la leyenda mantiene viva la esperanza de los que quieren ver la unión de los dos puertos por una vía rápida y terrestre.
Los cálculos realizados por Ragde Nirom, connotado científico mendocino, establecen que la mentada ruta comenzaría y terminaría en dos puntos localizados, uno en cada lugar, en los puertos de Valparaíso y Buenos Aires; el mendocino señala que por no conocer el Atlántico no ha podido establecer el punto que corresponde al lado argentino; sin embargo, y derivado de su profundo conocimiento de la orilla al Pacífico, resultado de muchos viajes de infancia a la tradicional Viña del Mar, ha logrado dar con magnifica exactitud con el punto del lado chileno; el hombre, producto de su celo profesional, no ha publicado la localización exacta del lugar pero a dado señas que permiten aventurar a que lugar refiere, sin embargo, bien sabe que la tarea esta inconclusa mientras no consiga dar con el punto localizado en Buenos Aires.
Noticias recientes evidencian el surgimiento de una organización secreta que estaría investigando en paralelo, y con muchos más recursos, la localización del punto en la Capital Federal, pues ya habrían conseguido la ubicación exacta del punto en Valparaíso.
Al ser consultado, Nirom desconoce la existencia de tal grupo y anula la hipótesis de la revelación de su descubrimiento, aun cuando es de público conocimiento la repentina y extraña desaparición de su colaboradora más cercana, una joven estudiante de filología llamada Anitsenre Zerep; que la joven estudiante haya robado y vendido el secreto del trabajo de Nirom, para luego ser hecha desaparecer por los compradores estructura una de las líneas de investigación seguida por la policía, aún cuando no se descarta que los celos profesionales del científico hayan sido el principal motivador de la desaparición de la joven.
Si bien Ragde Nirom niega haber perdido el secreto del Punto Pacífico, no es menos cierto que el circulo que se ha estrechado a un par de cuadras de la Plaza de La Victoria, estableciendo por centro de un decágono perfecto al viejo león de bronce ubicado en su costado oriente; entre los cuatro lugares posibles aparece el Club Naval, un club nocturno de viejas desnudistas, una gran tienda comercial de propiedad de comerciantes judíos y el atrio central de la catedral de Valparaíso. Mientras, en Buenos Aires, noticias frescas aparecidas esporádicamente en Clarin en las últimas siete semanas, más unos enigmáticos graffiti en la calle Escalada, en particular los que están en las esquinas de Artigas y Cajaravilla, "No hay nada nuevo sobre la tierra" y "¿Qué importa la palabra que me nombra si es indiviso y uno el anatema?", indican que existiría un grupo de personas investigando la localización del otro extremo de la línea, y que estarían muy cerca de lograrlo.
Al cierre de esta nota, he logrado inquietarme y tomar un poco de temor y distancia por el asunto; misteriosas llamadas telefónicas con interlocuciones en un idioma antiguo que no logro comprender, me invitan a abandonar esta investigación; y no estoy cierto si lo escrito es el cierre o el comienzo; solo se que no pude evitar asociar los textos de los graffiti con extractos de algunos escritos del escritor argentino, ya fallecido, Jorge Luis Borges. El intento de ir más allá me condujo al oblivion.
La línea que une los dos puertos es completa. Los puntos no existirían, serían más bien un encuentro en dos puntos, que puede darse en cualquier lugar y en cualquier tiempo, es decir infinitos puntos. La línea invisible que une los dos puertos esta en el mismo lugar en que me encuentro. El abismo se hace inconmensurable, el fondo del río parece bajo el cristal de las aguas torrentosas, mientras un cóndor hambriento se dirige a mi corazón, que late presuroso al galopar de la tropa y al ansia del beso de mi extraviada enamorada.”

Imagen tomada desde aquí: http://bainspiration.com/2008/11/28/dos-muestras-para-recordar-la-buenos-aires-de-antes/