jueves, marzo 05, 2015

(KECH-J1608) Diario de un Cerdo (Capítulo XL: Día soleado)

El día esta soleado, sin embargo, solo veo sombras, no se bien si es mi cerebro o mi historia o ambos, pero lo cierto es que es un día de aquellos donde nada merece estar ahí, un día equivocado, ni siquiera rutinario, un día inolvidable por inoportuno, por ausencia, eso, exactamente, esa es la palabra, un día ausente, sin presencia. Las sombras moviéndose al ritmo del sol, el tren que se aproxima y que se aleja, la gente se agrupa, unos suben otros bajan, el tren se va y ya no están; tampoco esta mamá, ni mis hermanos, menos papá, se que el no ha estado nunca, pero hoy su ausencia suma a este silencio inmenso. Tampoco se siente a Cerdo y se me ocurre que el Zunrize tampoco existe, mucho menos el Viejo Esperpento. Quizás nunca han estado y todo me lo estoy inventando, para darme alguna importancia, para que me sientas por mis palabras en ese tiempo en que ni tu ni yo estaremos, juntos, porque ahora si somos y nos une este hilo silente, brillo de plata que bambolea nuestras almas ¿Que haría sin tu sentir?  ¿Donde escondería mis secretos? ¿A quién dispararía mi locura? Dicen que la guerra se avecina, la tierra ruega por sangre y sortilegios, mas ni siquiera temo, ni siquiera creo que valga la pena llorar; como tantas veces apretar el puño y los dientes y matar para no morir, solo por diversión, porque tú y yo sabemos que morir es un acto banal. Espero que mañana llueva o que exploten todos los volcanes, estos días ausentes me dan sueño, la melancolía me corroe, cuando aparezca Cerdo sabrá de mis amores. El Universo se apaga. Ruega por mí entre tus sueños.