Cantemos y honremos la historia del cruel Federico; un muchacho muy malo, muy malo, muy malo. Atrapaba las moscas, esas inocentes y desprevenidas pobres vidas y arrancaba sus alas una a una, lentamente. Que cruel era Federico. Tiraba los gatos desde un techo a otro; los lanzaba debajo de las escaleras. Rompía las sillas y las mesas de la escuela. Empujó y acorraló a la amigable Marina, hasta que ella gritó; huyó para nunca más volver. Un día que es mejor olvidar el tiró a mi perro al canal, Tobi movía sus patas, agitaba su cuerpo, hasta desaparecer. Maldito eras Federico. Un día en la escuela el pobre Fernando se cruzó en tu camino; el apenas te rozó; apenas te vio; lo empujaste; el cayó al suelo; azotaste la bandeja de metal en su cabeza; la sangre brotó; lo mordiste en la cara; lo hiciste sangrar; el cayó; lo mordiste en el cuello; lo mordiste en la pierna, Fernando murió en el hospital. Fernando murió. El esta muerto. Fernando esta muerto. Muerto.
Los concursos de belleza se hicieron para nosotras, las perdedoras. La ganadora sufre sabiendo que es imposible que sea la más bella del mundo; todas las demás sabemos claramente que somos bellas pero, ciertamente, que no somos las más bellas del mundo. Que cruel es la vida ¿No?.