En el viaje de este ahora, yo y los otros nos vamos yendo y
eres tú la que se queda. En el no tiempo, la vida y la muerte se funden en
aquello que algunos llaman conciencia y otros alma.
miércoles, marzo 14, 2012
jueves, marzo 01, 2012
(KECH -j508) Diario de un Cerdo (Capítulo XXIV: Manifiesto de la correspondencia)
Esta mañana cubierta de nubes
brillantes me ha descubierto serena, la noche tuvo un suave aterrizaje y la
angustia del nuevo día ha dado lugar a la extraña alegría de vivir. Tengo la
certeza que mi madre y mis hermanos ya nos están porque vi con mis ojos y palpe
con mis manos sus demacradas y frías mascaras de muerte, tire sobre sus cajones
mis últimas flores y di la espalda a la soledad del sepulcro el triste día del
adiós; se que no están con sus risas y sus enojos cotidianos, no hablamos, no
nos gritamos, no nos acariciamos desde hace muchos días, no están porque mi
malvado padre ha dejado de torturarlos con su desidia, no están porque la
extrañeza de no tenerlos es mi locura, porque sus retratos no hablan, porque
sus recuerdos no aman. Sin embargo, en el estricto protocolo de la magia como siempre y más que nunca estamos
juntos; vivimos en la unidad que es la
sincronía del claroscuro, la manifestación silente de la ley de correspondencia:
lo que es arriba es abajo o todo lo derecho lo es en su revés. Así lo soñé o así
lo viví en el reino de Morfeo. Somos habitantes eternos de un no lugar que es amalgama curiosa de la
esperanza. Gracias por las sonrisas viejo Esperpento; gracias por la gracia
amado Cerdo.
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