jueves, enero 26, 2006

J-CLIX......Diario de un cerdo (capítulo primero)

En las buhardillas de la recamara podemos encontrar caca, pluma de palomas, la ranciedad que deja el vaho del orín de gatos en celo y fardos y fardos de amarillentos papeles. Un buen día alumbrado por la estrella de la curiosidad, armado de valor me arrastre por el piso quejumbroso de aquel lugar, logrando apropiarme de dos de esos misteriosos y sugestivos fardos. Lo primero que hice fue sacarles el polvo con el plumero que usaba Doña Lucia y luego desatar las amarras que le mantenían unidos. El primer fardo era una recopilación de una publicación mensual de los años 1914, 1915 y 1916, que se titulaba “El Defensor", eran exactamente veinticuatro ejemplares numerados del 43 al 67, fechado el primero el día 9 de Marzo de 1914 . El segundo fardo, eran cinco mazos de hojas amarillas escritas con tinta verde , cocidas con hilo de cáñamo y lacadas en sus lomos, destacaba una hermosa y cuidada caligrafía que enunciaba el titulo de cada ejemplar, “Diario de un cerdo”; los subtítulos señalaban tomo uno, tomo dos y así hasta al cinco, con el nombre y firma de su autor o mejor dicho su autora, Domitila Maka Finta, mi abuela, madre de mi padre, que en aquel entonces no debía tener más de 18 años. Al siguiente día de lograda mi adquisición, decidí leer el primer número de la colección de Pluma Roja, el titular me pareció un tanto exagerado y extemporáneo, “Madre agónica se arroja al paso del tren con sus dos hijos”, acompañaba al titular un grabado de una locomotora a carbón AP-1045[i] y la imagen de la difunta, un niño y dos niñas; en títulos menores se destacaba el desastre causado tras la estampida de dos elefantes desde la carpa de un circo; el peligro de envenenamiento al que se exponían los visitantes de la casa de putas que estaba a un costado del Zunrize y por último el ahorcamiento del alguacil de Villa Dolores por haber sido encontrado culpable del delito de prevaricación[ii] en el bullado caso del asalto al correo y la muerte de dos respetables señoras del pueblo, asunto en que el fallecido Señor Correa decidió hacer pronta justicia asesinando con su propia mano a los hermanos García, quienes resultaron ser por siempre y definitivamente inocentes. El pasquín tenía solo cuatro hojas impresas por ambas caras; aparte del desarrollo en detalle de los asuntos indicados en los titulares, lucía propaganda de armas, funerarias, salones de baile , bares, casas de putas y licores; llamaba la atención un rincón poético y un cuarto de página dedicada al obituario. El Tomo 1 del Diario de un cerdo, tenía un primer registro fechado el día 13 de octubre de 1913, decía así “Este maldito pueblo amaneció como de costumbre: el ruido del pitazo del tren alborotando a los perros, el pasar de caballos y carretas levantando polvareda. Yo entre medio dormir y medio despertar, estiro mis huesos para luego encogerme queriendo no despertar. Ayer mamá volvió a discutir con papá, esta vez fue por la presencia de una prima lejana, hija de una hermana de mi padre, que llevaba ya once días en nuestra casa sin hacer otra cosa que dormir, acicalarse largas horas en el tocador y conversar por las tardes con mi padre a la sombra del zaguán y luego a la luz de las velas; ella debe tener unos cuantos años más que yo, pero el exceso de cuidados, el uso impudoroso del corsé y sus redondos senos escapando de su vestido, la convertían en una mujer de sueños no sólo para mi o para la celosa ilusión de mi madre, si no para el libidinoso y siempre sediento de amores padre mío. Creo que mamá piensa o quizás esta segura que esa mujer no es nuestra pariente; quizás sean sus celos, pero yo también la siento lejana, distante, extraña. Si quisiera ser sensata y hacerles saber mi opinión, le diría a mamá que tiene razón y a papá que es un aborrecible y caliente mentiroso; esa mujer se llama Lucía y no María Luz cómo dice llamarse; no es pariente nuestra si no una fina y refinada cortesana de Villa Dolores que cobra caro sus favores,pero los entrega profundos y largos, tal cual si fuera verdadero amor; lo se por lo que me ha dicho el mozo del Zunrize, ese viejo esperpento que por unas monedas y una cebolla me cuenta todo, incluso lo que no sabe. Yo hablo con él, subo a su balcón por las noches, pero nadie lo sabe, sólo él, yo y tu mi querido Cerdo. He pensado que si de verdad me importara lo diría, pero es muy probable que no me escuchen, apenas logran verme. Espero que mamá soporte esta situación y no caiga nuevamente en sus recurrentes crisis de melancolía; espero que piense en Lucas y Adelaida, son sus hermosas estrellas, mi hermano y hermana, bestias de la naturaleza, pero humanos al fin (a pesar de lo que diga la gente)". Mi abuela era una mujer de luz brillante, no la bruja negra que mi madre quiso dibujar en mi memoria y que tan fielmente se reflejaba en ese retrato de carboncillo que lucía al fondo del pasillo. La vida sigue su rumbo, por aquí ya no pasa el tren, el viejo esperpento es sólo una leyenda sin sentido.


[i] Estas locomotoras fueron secuestradas por las tropas shilenas en el asalto de Wima y luego puestas al servicio de la empresa de ferrocarriles del estado; aun cuando el gobierno de Kamandu protestó, los trenes siguieron al servicio de los shilenos.
[ii] (Del lat. praevaricatĭo, -ōnis). 1. f. Der. Delito consistente en dictar a sabiendas una resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario.

(la imagen es un interpretación de un viejo trabajillo de Don Axel Ekdhal..)

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