A la hora de la siesta.
Estoy ciego y olvide el camino de regreso. Las ovejas que rumian a la derecha de mis pasos me indican que no es exactamente por donde vine; es probable que me haya adentrado a las tierras de Don Difunto, si fuese así ruego porque no me vean ni huelan los
perros; me inspira un especial terror El Distante, animal negro y flaco, de dientes afilados y mirada penetrante, las tres veces en que hemos estado de frente he sentido el frío de la muerte subir y bajar por mi espinazo, he querido en esos instantes ser tragado por la tierra o volver al tibio y tierno regazo de mi madre o mantenerme oculto bajo el gran vestido a flores de mi abuela, pero El Distante sabe de miedos y se da maña para mantenerme congelado y pendiendo del infinito por el tiempo que el estima justo, malditos momentos..maldita ceguera.Don Difunto debería mantener en encierro a sus ovejas, asi no necesitaría de los perros y si asi fuese, El Distante no sería el centro de mis miedos y yo tampoco necesitaría enceguecer para convertirme en presa de su cacería.imagen de Marian Cvik Weber, tomada de http://www.interfaces.com.ar/castel/tarjetas/tarjeta017.htm
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