martes, noviembre 09, 2010

(KECH A1-N30) Diario de un cerdo (Capitulo XXI: Salmos de un desalmado)

Amado Cerdo, vivo extraños días sin tu presencia no se bien si has partido por un tiempo o si no regresarás jamás. Hoy por la mañana pasé frente al Zunrize y pregunté por ti al Viejo Esperpento, él respondió que no sabía quién eras y que tampoco sabía quién era yo, no se si una vez más está preso de su locura o si mi fantasma me está jugando extrañas bromas. Volví a casa para refugiarme en el silenció de estas paredes que a veces me abrigan; me hice un mate y traté de dormir, sin embargo, no pude; me levanté y fui a la abandonada habitación de mamá, no había entrado a ese lugar desde hace meses, quizás años; las imágenes y olores de quienes amaba evocan presencias, agigantando ausencias y profundizando mi soledad amalgamada en pena y amargura. Sin saber porque ni para que hurgue en el baúl de la correspondencia; tome un sobre grisáceo y alcanforado por años que quizás son siglos, era una carta de mi padre para mi madre; la leí, lloré y me dormí. El dolor por las partidas silenciosas es tan profundo y misterioso que no hay cosmogonía que lo contenga ni naturaleza que lo pervierta, un nuevo mundo surge de la mano del llanto y del silencio, nada detiene la magia de los hacedores: Bendito sea Ala y todo el Universo (Salmos de un desalmado: XXV. 12). “Esta noche me ha cubierto la bruma del desencanto, una brizna sureña ha cerrado los ojos de mi bien amada hija. Ella la que ha nacido en el amanecer de los tiempos del fin de un siglo y que ha partido en los comienzos de aquel que mañana será antiguo, me ha dejado un calor inmenso y un vacío que se llena y completa a la velocidad de la luz. Cada latido de este corazón que me acompaña es un siglo entero que vuelvo a recorrer con ella, sin ella, con su luz y con su sombra; ni siquiera mil vidas serán suficientes para dejar de añorarla. El recurso de la eternidad es lo único que me consuela mas la misma es el eco acompasado de un nudo en la garganta que no se desata ni con gritos ni lamentos. Mañana partiré en un largo viaje, seguiré tu paso con la pericia de un millón de rastreadores, otearé el resplandor de tus ojos con la sagacidad de una manada de leones infinitos, oleré el velo de tu cabello con la impudicia de los lobos hambrientos, cantaré tu nombre a la luna junto a un coral de ballenas y delfines, así será amada mía, mi antigua; me detendré a leerte poemas en cada cruce de todos los caminos, me harás dormir en el cansancio, lloraré y seguiré despierto hasta nunca alcanzarte porque nunca te has ido, porque tampoco nunca estuviste, porque eres yo y yo soy tu, más allá de tu muerte más allá de mi vida”

1 comentario:

BENHUMEA dijo...

Me encanta la idea final de tu amor anarquista, asi debe ser el amor y jamas enmohecer, en hora buena por la amada infnita.

Un beso. Te leo.