martes, febrero 11, 2014

(KECH-J1221) Diario de un Cerdo (Capitulo XXVIII: Kapkikua liBelulA)

Me voy a morir en este pueblo. Aburrida. Como ayer, como antes de ayer, como hoy, como mañana. El sudor se mezcla impúdicamente con el sopor. Una mosca revolotea sobre la leche, la miró, me zumba, se va. ¿Quién recogerá estas palabras? ¿Sabrá que lo estoy mirando? ¿Qué se va desenrollando letra a letra como un papiro eterno que tiene un principio pero no un fin? Cavilaciones de otoño en pleno verano a las tres de la tarde, no antes ni después. El pito del tren ya pasó y el que viene no sabe para cuando, debe esperar primero el último bostezo de la larga siesta de un pueblo entero que no puede más que dormir, mientras yo, despabilo al alma sin más ton ni son que marcar mis pasos, para que los escuches, para que me sientas más allá de mis años. Cierro el libro. Tengo muchos gatos hambrientos esperando mi mano (Papá no viene hace mucho. El Viejo Esperpento esta perdido. Del Cerdo prefiero no hablar)

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