Existen dos derrotas: la que no sucede porque eres invencible y la que te entristece porque eres humano. Si vas a todas tus batallas con la certidumbre de tu necesidad de no luchar serás invencible, así tus tristezas serán sólo un refugio para el alma, un lugar donde curar heridas; entonces las derrotas, al igual que los amaneceres tendrán sentido sólo con el reconocimiento de que la oscuridad no es eterna; luego por la tarde vendrán tus triunfos, pero al igual que en tus derrotas, tendrás dos, el triunfo que no sucede porque no eres superior a nadie y el que te envanece porque eres humano. Si vas a todas las batallas con la certidumbre de tu necesidad de no luchar serás invencible, tus triunfos serán sólo otro refugio para tu alma, un sitio donde echar a descansar tus huesos y poder mirar las estrellas.
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