sábado, enero 09, 2010

A7-n330: Al calor de Ona, entre la locura y el sueño

De nuevo esta lloviendo en el corazón del alma; una vez más se hace trizas el espejo y mi niñez, tal cual lo dijo Gatti, en la historia de las barreras indomables que se hacen juego con mi carne, con mi infierno y mi dolor. El mar profundo se hunde raudo bajo mis pies, al momento mismo en que bellos muchachos izan las velas de esta dama blanca, engalanada de luces a la busca de un caleuche que nos invite a bailar solos, como ellas lo hacen en plazas de mayos, en patios diecinueves. Aunque no queramos chilotearemos la vida con madres más muertas que nosotros, abrazados a la sombra de nuestras amadas calaveras, musgosas y borrachas de olvido, con hijos con colas de chancho y las tripas curtidas de sidra. Ay madre que locura. Inío ya no nos quiere. El trauko ha muerto de pura tristeza y las sirenas prefieren pescar que bailar; ya no tenemos retorno: el valor de las acciones se dispara en nuestras cabezas, el mar se seca y los peces se vuelven perros que se alimentan de nuestra carroña. Mañana me despierto y me visto de chino, para bailarle a Santa Rosa; para volverme pastizal y caca de guanaco; para hacerte carne mía y volver a morirnos para siempre, tranquilitos bajo la nieve, hasta que Ona nos recoja para hacernos la leña y el humo de su calor. (origen de imagen: AQUI )

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