jueves, marzo 18, 2010

a8_j4: el mago

Este hombre conspira contra el universo, el sabe bien que lo que aparenta no es más que una fabula, una burda jugarreta de los sentidos. El tiempo si fuera posible atraparlo en un concepto, sería como un conejo que huye en cualquier dirección y que en cada infinitesimal camino que escoge se encuentra con un lobo que no es otra cosa que la ilusión que le facilita y condena al eterno movimiento. Si el conejo es el tiempo el lobo es la nada. ¿Dónde debemos entonces situarnos? ¿En la mirada absoluta del lobo o en la huída relativa del conejo? Lo que más conviene es estar simultáneamente en ambos estados, para ello hay que conjeturar y por sobre todo trabajar y trabajar. Es posible que después de un gran esfuerzo logremos situarnos en las orejas del conejo y animarlo a traspasar las fauces del lobo; al otro lado nos espera todo, un vacío inmenso que corroe el alma y te empuja al fondo de la locura, para que aquello no ocurra debemos ir dispuestos a dicho encuentro. La disposición a los encuentros se logra en la combinación de factores, cualquiera de ellos puede servir, una moneda al interior de una botella o un papel mojado en agua de azafrán, todas las combinaciones posibles pueden ser reconocidas en el taller del maestro, por eso todos lo visitan y lo observan. Muchos esperan alguna receta mágica, pero no hay. La magia es el encanto del no estar, del no saber, del no desear o dicho de otra forma, la magia es el arte del desprendimiento. Así como podemos subirnos a las orejas del conejo, también podemos ser las fauces del lobo y atrevernos a devorar a los infinitos saltarines que pululan nuestra existencia; para eso también debemos prepararnos: en el camino del lobo no hay lugar para cobardías. La magia es el camino y el universo el destino y el origen del ser.

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