sábado, junio 10, 2006

N-CCCIII...Diario de un cerdo ..Capítulo IX..El Cerdo me regala un poema de Cecilia Vicuña

Llovió a cantaros durante dos días seguidos; como siempre el agua limpió todo lo que tenía que ser limpiado; al río se fueron los buenos y malos recuerdos, las porfiadas sombras y las soberbias luces que sobrevivían de muertos idos en las calles de los vivos. El sol después de la lluvia siempre logra que el cielo sea más azul, haciéndonos sentir grandilocuentemente más pequeños que ayer. El Cerdo vinó a la hora de almuerzo, disfrutamos del buen conejo escabechado que preparó Maruja y del vino asoleado que dejó mi detestable padre en su última visita. Una vez que terminamos de comer fuimos a disfrutar del sol en el patio de la estación. El Cerdo tomó mi mano y con gran emoción me habló de una mujer que conoció en medio de la lluvia, justo ayer a la hora de onces; ella se llamaba Cecilia Vicuña, andaba buscando el camino a Sulavesi; él, muy cortes como siempre, la acompañó al Zunrize; ahí el Viejo Esperpento le indicó a Cecilia por donde debía seguir; ella infinitamente agradecida les recitó uno de sus últimos poemas, el Cerdo lo escuchó y se lo grabó para siempre, lo escribió en un papel y me lo trajo por obsequio; yo lo escuche y también lo grabé para siempre, aquí dejo lo que he oído, en las hojas de papel que van poblando el árbol de mi vida.

HISTORIAS DE ASTROS

1—En el principio las islas eran de todos colores.
Algunas eran violeta, y todo allí era del mismo color,
los árboles, la arena, las rocas.

La policromía era asunto de lejanía.
Cuando las canoas se apartaban, se veían varios colores.
De otro modo, sólo uno.
Era muy hermoso llegar a un paraje celeste o lila
azul cobalto o cadmio.

2—Después hubo un continente lleno de lomas.
Sus habitantes felices amaban la puesta de sol.
Los árboles crecían en el hemisferio y a nadie le faltaba
paisaje. Todo era curvo, y las demás formas no existían;

la línea recta no se conocía, ni para caminar.
La vista doblada y el cuerpo y el pelo crecían en forma
ondulada. Amaban en ritmo circular y pensaban en elipse.
En una de las curvas, el continente dobló la línea
de lo real y pasó a otra dimensión.
No es que haya sucumbido en algún cataclis
mo, simplemente
sobrepasó los límites y desapareció para nuestros ojos.

3—Aumentan los ancianos.
Por fin el universo quedará arrugado.

4—Hay estrellas en las que los seres no hablan.
Tan solo se miran. No son gregarios. Viven solos y se
multiplican durante los paseos nocturnos.

Viven para el gozo y la quietud. Al más leve sufrimiento,
caen fulminados. Es su voluntad, consideran que es ajeno
a la vida.

5—Los gérmenes de las estrellas no pueden ser evitados.


La mujer de la foto es Cecilia Vicuña en su juventud..la foto se la dejó de recuerdo al Viejo Esperpento, más escritos de ella en Proyecto Patrimonio


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