miércoles, noviembre 23, 2005

D-XCVII.....la extraña y mágica (re)aparición de Ona bajo la llovizna

Ona bajó corriendo del cerro, la asustó el estruendo de los truenos y el ladrido de los perros. En medio de la plaza miraba desconsolada el lugar; tanta gente y tanto ruido, le causaban daño, herían su entendimiento ¿dónde estaba? La llovizna primaveral alimentó caudales de aguas cristalinas que vertían cerro abajo. Para la gente, ella parecía una pordiosera más, cómo las tantas y tantos que pululan alrededor de esta plaza y de todas las plazas de la ciudad. Ona creyó que era un encantamiento, una mala jugada de la Bruja o quizás el efecto pernicioso del miedo; al Cazador le gustaba jugar con sus sentimientos; ella no se sentía preparada para tanta locura. Metió sus pies en el agua de la fuente; se inclinó y cogió uno de los pececillos de colores, parecía inspirarle ternura, mas su rabia pudo más que el encanto, lo pusó en su boca y lo engulló de una sola mordida. Miró hacía las aguas cristalinas que bajaban desde el cerro; lanzó un alarido y corrió aguas arribas como un animal herido; algunos dicen que se perdió entre las tumbas del cementerio, otros que se metió a la cueva del chivato. Es evidente que Ona tuvo un desliz temporal; en Valparaíso, suceden estas y muchas otras cosas; el Cazador puede estar en cualquier parte y ella lo sabe.